Este año, los guatemaltecos conmemoramos que hace 50 años un compatriota ganó el Premio Nobel de Literatura: Miguel Ángel Asturias. Don Miguel Ángel nació en Guatemala el 19 de octubre de 1899 y murió en España el 9 de junio de 1974. Diferentes instituciones organizan eventos culturales para celebrarlo, y revistas y periódicos han publicado incontables artículos para elogiar y aplaudir a uno de los hombres que han marcado nuestra historia. Porque no es para menos, a Asturias se le considera, entre otras cosas, uno de los más importantes precursores del boom latinoamericano. Fue, además, el tercer escritor americano (no estadounidense) en ser merecedor de este honor.
Seguramente, Miguel Ángel Asturias merecía el reconocimiento y no estoy en contra de ello. Sin embargo, no puedo dejar de preguntarme cómo ha influido este premio en la vida diaria de los guatemaltecos. El Teatro Nacional lleva su nombre, el Premio Nacional de Literatura, también, pero ¿qué más? Si hacemos un censo, ¿cuántos guatemaltecos han leído alguna de las obras de Asturias?, ¿cuántos saben quién fue?, ¿cuántos siquiera lo han oído mencionar? ¿Cómo ha contribuido este premio para que los chapines intentemos ser ciudadanos esforzados en sacar adelante esta patria nuestra?
Siempre me ha parecido una paradoja que en un país donde la educación y la lectura no son prioridad y los altísimos niveles de violencia y criminalidad no dejan que termine una guerra que duró poco más de 36 años, Guatemala ostente el honor de tener un Premio Nobel de Literatura y un Premio Nobel de la Paz.
Así como hace unos días me sorprendí al leer que la frase con la que titulo este artículo no salió de los labios de don Quijote de la Mancha, sino que se remonta al Cantar del Mío Cid, cuando don Rodrigo Díaz de Vivar le dice al rey Alfonso VI: «Muchos males han venido por los reyes que se ausentan…» a lo que el monarca le responde: «Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras», y que de ella derivó la oración que luego se le adjudicó a Miguel de Cervantes Saavedra, así me sorprende Guatemala.
Patricia Fernández
Octubre, 2017
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