Por diferentes circunstancias, la pared se mantuvo vacía durante veintisiete años. Ayer, finalmente quedó terminada. Los libros adornan mi sala familiar como las joyas que son. No están ordenados de ninguna forma. Los fui sacando de los anaqueles y los rincones donde estaban y los coloqué en las nuevas estanterías sin tomar en cuenta a los autores. Los considerados «grandes» están al lado de los no tan conocidos o no reconocidos porque para mí, aprendiz de escritora, sé que escribir un buen libro lleva tanto trabajo como escribir uno malo.
Por diferentes circunstancias, la pared se mantuvo vacía durante veintisiete años. Ayer, finalmente quedó terminada. Los libros adornan mi sala familiar como las joyas que son. No están ordenados de ninguna forma. Los fui sacando de los anaqueles y los rincones donde estaban y los coloqué en las nuevas estanterías sin tomar en cuenta a los autores. Los considerados «grandes» están al lado de los no tan conocidos o no reconocidos porque para mí, aprendiz de escritora, sé que escribir un buen libro lleva tanto trabajo como escribir uno malo.
Patricia Fernández
Nací en Guatemala en 1962, en una casa llena de libros. No recuerdo mi niñez sin historias, historias que mi madre nos leía y mi padre se inventaba. Las que más me gustaban y me gustan son las que hablan de la vida diaria y de las personas a las que llamamos normales, esas que consiguen que la cotidianidad se convierta en algo maravilloso. Empecé a escribir en el año 2010, empujada por la curiosidad y la inquietud por saber de dónde salían las historias que me contaban los libros. Fui alumna de varios talleres de escritura creativa aquí, en Guatemala, y luego estudié técnicas narrativas en la Escuela de Escritores de Madrid, España. He publicado varios cuentos cortos en distintos medios y, actualmente, tengo este blog para hablar de lo que me apasiona: la insólita cotidianidad.
4 comentarios
Yolanda Gil · junio 11, 2016 a las 9:21 pm
Cómo te comprendo! Yo también tengo la costumbre (o es un vicio?) de comprar los libros y, claro, después hay que buscarles sitio, jajaja. Feliz estreno de librera (aquí la llamamos librería)
Patricia Fernández · junio 11, 2016 a las 11:41 pm
Estoy como niña con juguete nuevo. Veintisiete años esperé por ella. Comprar libros es un vicio, porque cuando lo haces se te acelera el pulso, te tiemblan las manos, te emocionas. Un maravilloso vicio.
NictéSdP · junio 12, 2016 a las 3:02 am
Ahh… Tantas paredes que quisierámos tener para vestirlas con literatura. Puedo imaginarte con el arquitecto, perfectamente.
Maria · julio 2, 2018 a las 10:06 pm
Si algo tenemos en común las de la tribu, además de escribir, es ese vicio te tener libros. Alguno es el escogido y otros aguardan turno haciéndonos ojo pache. Linda historia tu librera.